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Los comienzos del Marbella Club

Nota: este artículo fue publicado originalmente el 18/09/2007.

Introducción por Christopher Clover

En 1973, año de mi llegada a Marbella, cuando asumí el mando de la oficina de Panorama en esta ciudad, tuve el placer de conocer a Rudolf Graf von Schönburg; “Conde Rudi”, como lo llaman en Marbella, y a su encantadora esposa, la Princesa Marie Louise de Prusia.

A lo largo de los años he llegado conocer bastante bien al Conde Rudi y a la Princesa Marie Louise. No termino de sorprenderme de la vida que lleva esta pareja y de todo lo que dan de corazón y con tanta humildad a la comunidad de Marbella, a sus amigos, a su familia, en sus trabajos y responsabilidades y a toda la gente que tiene la dicha de poder conocerles.

El Marbella Club tiene la suerte de seguir contando con la participación del Conde Rudi en el papel principal del hotel: un hombre que ha vivido cada episodio de la historia del Marbella Club desde sus comienzos, en la primavera de 1954, y no solo ha visto el despertar de la industria del turismo en Marbella catorce años antes de la inauguración de Puerto Banús, sino que desde entonces ha estado en el centro del desarrollo del “turismo de calidad” en nuestra querida ciudad.

He conocido a pocas personas como Conde Rudi, que a sus 75 años pueden lograr en un día lo que para otras supondría dos o más, con su auto-disciplina alemana, minuciosa atención al detalle y la vitalidad de un joven muchacho. A donde quiera que vaya, su indomable espíritu, su gracia, su hospitalidad y buena voluntad hacia otras personas le acompañan siempre.

Las actividades que él realiza con estilo de Gran Señor, simple pero selecto, como es él, incluyen las innumerables tareas en su querido Marbella Club; la Presidencia de la Hermandad de Santa Marta; Patrocinador de Hoteles y Establecimientos Gastronómicos; la Presidencia de la Junta Directiva del mejor colegio internacional de Marbella, el Colegio Alemán Juan Hoffman; su labor en el Gobierno Municipal como principal asesor de la Alcaldesa y como Presidente de la Asociación de Turismo de Marbella; su apoyo constante a su esposa en su incansable trabajo en Concordia y otras organizaciones de caridad y la misma devoción hacia sus hijos, familiares y tantos de sus amigos en Marbella y en el resto del mundo.

En 2002 el Conde Rudi recibió la condecoración de la Gran Cruz de Isabel la Católica y la Gran Cruz de la Orden del Mérito por Alemania. En Marbella una Avenida lleva su nombre. En reconocimiento por su gran labor como Presidente de la Delegación Española y Portuguesa de la prestigiosa organización “Relais et Châteaux” se le condecoró con la Medalla de Plata del Mérito de España por Turismo; la Medalla de Ciudadano Ejemplar de Rotary Club Marbella; el famoso Arco de Marbella e incontables condecoraciones que ha recibido a lo largo de sus 50 años en la ciudad.

THE BEGINNINGS OF MARBELLA CLUB

LOS COMIENZOS DEL MARBELLA CLUB

por el Conde Rudi von Schönburg

El Príncipe Alfonso y el Duque de WIndsor

Para el lector, probablemente este relato se asemeje más a un cuento de hadas que a la verdadera historia de los comienzos del Marbella Club, pero es así como exactamente todo empezó.

…Una preciosa y pequeña conífera, al límite de un extenso olivar, dando sombra a magníficos viñedos, tres millas al oeste del casco histórico fortificado de la ciudad de Marbella, con vistas al Estrecho de Gibraltar y sus Columnas de Hércules, donde los antiguos Clásicos pensaban que se acababa el mundo, es donde el joven Príncipe Hohenlohe se enamoró de esta belleza durmiente en 1944. Su singular microclima, la preciosa luz, el delicioso aroma del aire, el intenso azul del mar plagado de peces, playas vírgenes y por último pero no por ello menos importante, la amabilidad y hospitalidad de la gente local fascinaron al Príncipe a tal medida que decidió cambiar su plan de viaje para negociar la compra de la finca Santa Margarita, propiedad donde habían accedido su padre y él para darse un baño y tomarse la merienda. En esta preciosa finca es donde se encuentra ubicado el Marbella Club.

De inmediato se propusieron salvar este “Jardín del Edén” para la posteridad, y comunicarle al mundo de su hallazgo.  Al finalizar la construcción de su casa en la preciosa conífera, transformó la abandonada casa de campo en punto de encuentro para los nuevos colonizadores y a la que llamó el Marbella Club.

Con su estilo de “elegante simpleza” pronto agregó veinte dormitorios, simples pero acogedores para hospedar no sólo a los  viajeros que llegaban de paso buscando desesperadamente un lugar donde pasar la noche, sino también para todas sus amistades, convencidas por sus emocionantes relatos acerca del “Paraíso Terrenal” de que debían visitar Marbella.

Cabe agregar que el primitivo servicio de telecomunicaciones, a menudo criticado, ayudó a que el Club se volviera muy popular. Ya que el hotel era uno de los pocos establecimientos que tenía teléfono en Marbella, los vecinos de todas las zonas venían al Club a realizar sus llamadas y disfrutar de las instalaciones mientras esperaban la conexión. Había muy pocos teléfonos disponibles y sólo había dos líneas en toda la costa, desde Algeciras a Málaga, y uno dependía de la amabilidad y eficiencia del operador de la ciudad a que realizaba la conexión a una de esas dos líneas cuando estuvieran disponibles. Sabiendo esto, no se van a sorprender cuando les diga que para lograr establecer una conexión a Málaga se demoraba entre una y dos horas y para conectar con Madrid o cualquier otra capital europea entre cuatro y seis. De esta manera, el cliente disponía de suficiente tiempo para darse un baño, jugar al tenis, almorzar o jugar una partida de rubber bridge mientras esperaba la conexión, y por ello había un ambiente muy animado en el Club  (además de ingresos extra).

The price of a double room, in those days, including full board, was 285 Ptas. per person per night, or about €1.70! It would be wrong to pretend that the hotel was only filled with celebrities, film stars, aristocrats and politicians. Had that been so, the hotel would have been ruined after a very short time! No, there were so many faithful transit guests, who discovered the Marbella Club by pure chance while searching desperately for overnight accommodation on theirway from Morocco back to France, or from Portugal to Granada… They were enchanted to find such a charming, clean “Motel” amidst beautiful gardens, with the result that some stayed on an extra night and returned next time for two or three weeks and obviously told their friends of their marvellous discovery – so the news travelled by word of mouth.

Desde luego, nuestro mejor Embajador fue el Príncipe Alfonso, quien con tremendo entusiasmo en sus continuos viajes por el mundo, contaba a todos acerca de su precioso hotel. Como resultado, era de esperar que de repente ilustres miembros de la Aristocracia europea como los Fürstenbergs, Bismarcks, Metternichs y Archiduques de Austria, la Realeza escandinava y reyes exiliados; así como también famosas estrellas de Hollywood como James Stewart, Merle Oberon, Ava Gardner, Kim Novak y la bella Audrey Hepburn y su marido Mel Ferrer; banqueros tales como los Rothschilds y Oppenheims; empresarios industriales como Henry Ford, los Krupps y la familia Agnelli, Onsassis y Stavros Niarchos aparecieran en Marbella.

Los marbellíes no daban crédito cuando veían en sus estrechas calles tales celebridades que sólo habían visto hasta entonces en pantallas de cine o famosas revistas.

Siendo primo del Príncipe y habiéndome graduado de la Escuela de Hostelería Suiza in Lausanne, en 1956, el Príncipe Alfonso me convenció de que viniera a Marbella para implementar modernas técnicas de gestión y un servicio personalizado de alto nivel en el Marbella Club. No era tarea fácil satisfacer las expectativas de todos los clientes importantes, acostumbrados a viajar de un sitio a otro, y en un hotel que aun resultaba extremadamente simple pero acogedor. Sin embargo, con experiencia profesional, diplomacia y estilo aristocrático, pudimos hacer de esa pequeña “Posada de Campo” uno de los mejores hoteles de Europa, miembro de The Leading Hotels in the World, y de Relais et Châteaux. Gracias al haber sabido cómo combinar el ambiente tan especial del Club con fiestas semanales y con un excelente servicio, los trotamundos pronto consideraron “obligatorio” pasar una estadía en el Marbella Club.

Desde luego, nuestro mejor Embajador fue el Príncipe Alfonso, quien con tremendo entusiasmo en sus continuos viajes por el mundo, contaba a todos acerca de su precioso hotel. Como resultado, era de esperar que de repente ilustres miembros de la Aristocracia europea como los Fürstenbergs, Bismarcks, Metternichs y Archiduques de Austria, la Realeza escandinava y reyes exiliados; así como también famosas estrellas de Hollywood como James Stewart, Merle Oberon, Ava Gardner, Kim Novak y la bella Audrey Hepburn y su marido Mel Ferrer; banqueros tales como los Rothschilds y Oppenheims; empresarios industriales como Henry Ford, los Krupps y la familia Agnelli, Onsassis y Stavros Niarchos aparecieran en Marbella.

Los marbellíes no daban crédito cuando veían en sus estrechas calles tales celebridades que sólo habían visto hasta entonces en pantallas de cine o famosas revistas.

Siendo primo del Príncipe y habiéndome graduado de la Escuela de Hostelería Suiza in Lausanne, en 1956, el Príncipe Alfonso me convenció de que viniera a Marbella para implementar modernas técnicas de gestión y un servicio personalizado de alto nivel en el Marbella Club. No era tarea fácil satisfacer las expectativas de todos los clientes importantes, acostumbrados a viajar de un sitio a otro, y en un hotel que aun resultaba extremadamente simple pero acogedor. Sin embargo, con experiencia profesional, diplomacia y estilo aristocrático, pudimos hacer de esa pequeña “Posada de Campo” uno de los mejores hoteles de Europa, miembro de The Leading Hotels in the World, y de Relais et Châteaux. Gracias al haber sabido cómo combinar el ambiente tan especial del Club con fiestas semanales y con un excelente servicio, los trotamundos pronto consideraron “obligatorio” pasar una estadía en el Marbella Club.

Volcados en nuestro trabajo, el Príncipe y yo formamos el equipo perfecto, utilizamos nuestras variadas aptitudes e innumerables contactos para crear uno de los hoteles más emblemáticos del mundo, y logramos animar a nuestros amigos a que inviertan en Marbella, construyendo promociones y zonas residenciales  de lujo con campos de golf, puertos deportivos y pistas de polo. Desde el principio nuestro objetivo era mantener el estilo de este “pequeño oasis” evitando la construcción de altos edificios y aglomeración humana, y mantener los espacios verdes donde el típico encanto local y el estilo y elegancia cosmopolita se funden armoniosamente.

Mi enlace en 1971 con la Princesa Marie Louise de Prusia, bisnieta del último emperador de Alemania, trajo grandiosos cambios, tornando mi vida a una feliz vida familiar y brindando al Marbella Club el toque femenino necesario, el glamour digno de realeza y mucha clase. Mis previos 15 años de soltería me sirvieron para dedicar cada minuto del día a mejorar el éxito del Club, pero también condujeron a una falta de influencia femenina a nivel gerencial.

Luego de nuestra preciosa boda en la Selva Negra en mayo de 1971 y nuestra maravillosa luna de miel de seis semanas viajando de norte a sur por el continente americano, cuando regresamos a Marbella, el Príncipe Alfonso nos recibió con una impresionante fiesta en el Club de Playa, seguido de semanas y semanas de festividades lo que hizo que el verano de 1971 sea recordado como el más divertido y entretenido de la historia del hotel.

We were so incredibly happy, but missed very much having children. Finally in May 1979 our long-awaited first child was born, our darling daughter Sophie. The joy over this long-expected birth filled the hearts of the Marbellíes and of the whole of Spain, to such a point that Her Majesty Queen Sofia offered herself spontaneously to be the Godmother of her newborn niece. Nobody in Marbella will ever forget the glorious entry of Queen Sofia with the baby girl in her arms, into Marbella’s main church, La Encarnación, to the overwhelming sound of the famous organ “Sol Mayor”, as well as the jubilant acclamation of the population. The birth, six years later, of our son, Friedrich Wilhelm, now studying at the famous hotel school in Lausanne, completed our happiness.

Éramos tan felices, sin embargo sentíamos un enorme deseo de tener hijos. Y finalmente, en mayo de 1979 nació nuestro ansiado primer bebé, nuestra hija Sophie. La alegría de este largo y esperado nacimiento colmó los corazones de los marbellíes y de todos los españoles a tal punto que Su Majestad, La Reina Sofía, se ofreció espontáneamente a ser la madrina de su recién nacida sobrina. Nadie olvidará a la Reina Sofía con la niña en sus brazos entrando gloriosamente a La Encarnación, la iglesia principal de Marbella,  al son del famoso órgano “Sol Mayor” y el pueblo aclamándoles con júbilo. Seis años más tarde, el nacimiento de nuestro hijo Friedrich Wilhelm, quien ahora se encuentra estudiando en el famoso hotel escuela en Lausanne, nos dio la total felicidad.

Desde nuestra primera llegada a Marbella sentimos tal devoción en fortalecer y mejorar el éxito de la ciudad, preservando las preciosas costumbres del casco antiguo y ayudando a los necesitados, que los marbellíes nos consideraban como uno de ellos.

La llegada del Príncipe Heredero Fahd y su hermano el Príncipe Salman de Arabia Saudí a finales de los setenta brindó un inmenso apoyo a nuestra filosofía: lujosos palacios escondidos en extensos jardines proporcionando confort y privacidad. Al poco tiempo, les siguieron otros soberanos y acaudalados hombres de negocios provenientes de los Emiratos, que apreciaban la compañía de la Familia Real Saudí. Trajeron consigo los petrodólares que tanto hacían falta en la España postfranquista y reivindicaron  la esperanza de que nuestra lucha por salvar el precioso destino turístico para la posteridad no  hubiera sido en vano.

Lamentablemente, esa sensación de esplendor pronto fue sofocada por la indolente administración municipal que duró 14 nefastos años, desde 1977 a 1991, al tal punto que Marbella se sumergió en lo que fue la peor época de toda su historia. Además de esta catastrófica situación, el socio saudí del Príncipe Alfonso falleció y dejó en manos de sus herederos las acciones del hotel, quienes solo quisieron vender el hotel cuanto antes al mejor postor.

Todo parecía haberse perdido…sin embargo, otro talismán de buena suerte apareció en el horizonte en forma de David Shamoon, el propietario de una de las casas en primera línea de playa más hermosas de Santa Margarita,  la zona residencial del Marbella Club, y quién se percató que todas sus inversiones y la gloria de Marbella desaparecerían si nadie tomara el timón de su buque insignia, el Marbella Club.

Logró convencer a algunos de sus amigos de que compraran acciones junto con él, e invirtieron muchísimo dinero para devolverle al hotel su antiguo esplendor, mejorando y modernizando con el más alto nivel todas las instalaciones y restaurantes, pero sin dejar de lado su típico encanto y servicio personalizado. Me convenció para volver al Club,  ayudarle a cumplir sus objetivos y también para que recuperara parte de su famosa clientela.

Me enorgullece poder decir que hemos triunfado con este crucial cambio y hemos contribuido a devolverle al Marbella Club, y consecuentemente a toda Marbella su antiguo reconocimiento.

Tenemos la esperanza de que ahora, luego de las elecciones municipales del 27 de mayo de 2007, el nuevo Gobierno local nos apoye en el esfuerzo para preservar nuestra glamorosa Marbella, así puede continuar siendo, como ha sido hasta hoy, el puerto para la nueva generación de líderes de opinión del mundo entero.

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